2309. Confesándose



Muchas veces he hablado en este blog de amor de benevolencia: significa etimológicamente querer el bien del otro. 

El profesor quiere el bien para sus alumnos: académicamente, en relación a la adquisición de conocimientos y habilidades, etc. 

La persona, cualquier persona, también la del pequeño terrorista que quiere explotar la clase, son personas, personas únicas, irrepetibles. 

El profesor mirará también por el bien espiritual de sus alumnos: que estén a bien con Dios, por medio del sacramento de la confesión. 

El profesor vela, en lo posible, por ese bien espiritual del individuo, del alumno. En el colegio de Jaén donde estuve trabajando durante unos años había un capellán, ayudado por otros pocos sacerdotes, disponibles para confesar a quien quisiera, libremente. De este modo se hace un gran bien a los chicos, que después podrán asistir a la misa del curso o sección, y comulgar, recibir la Comunión, si lo desean. 

Por supuesto es pobre decir “estar a bien con Dios”: Él siempre nos ama, y nos espera en la confesión, para que, como buen Padre, nos perdone los pecados. / Foto de: sacerdote confesando. En la Jornada Mundial de la Juventud de alguno de estos últimos años.

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